Uno se siente fuerte.
Puede jugar a ser un espectador
casi aleatorio de la realidad,
y bajo esa máscara creer
que puede soportar lo que sea que traiga el destino.
O puede atarse a la idea del eterno retorno,
y tan fielmente como pueda impregnar cada instante
de vitalidad, fortaleza, decisión, goce.
Pero hay momentos en los que todo se ablanda,
es en esa vulnerabilidad donde no me tengo que perder de vista.
Es sabiéndome vulnerable que me hago fuerte
y le quito amargura a la realidad amarga,
amarga, injusta y triste.
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