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Mostrando entradas de octubre, 2021

Ansiedad

Debe ser de las palabras que más aparece en el lenguaje que me rodea. La leo, la escucho, la pienso. (Las redes sociales, otro tanto). Ansiedad o saberme en una carrera donde yo no puse las reglas, ni la pista, ni la dinámica. Donde ni siquiera yo me puse, pero donde debo permanecer. Trabajo, sexo, estudio, llegar a fin de mes. Evitar las ideas catastróficas sobre el futuro. (Aunque el presente ya es lo suficientemente catastrófico como para que no quiera ver su crudeza, a pesar de saber que existe, crece y empeora). Y seguir. Y querer, ahí encuentro el fin de lo que sea. Querer como resistencia, volver al goce el centro. Pero cuando me veo abrumado y aburrido, el goce pasa a un segundo plano ¿Allí aflora la ansiedad o el saberme absurdo y sin ganas luchando contra mi pereza?
 Tanto para decir, tanto por ver. Sin embargo, me parece haberlo dicho y visto todo. Tal es la falta de deseo, o la ceguera. Tantas razones para festejar, otras tantas, y más graves, para lamentarnos. Aunque el colapso llegue más temprano que tarde, seguro me encuentre primero con la muerte. Lo pesado, lo que arrastra y reprime, se vuelve poco. Lo que me moviliza, también. Víctima del tiempo, no me compadezco a mí, ni a nadie.
Objetivo más que el bienestar no tengo, porque estoy vacío de deseos nuevos, porque no quiero soñar con utopías, porque nunca supe dónde estoy. ¿Qué consuelo puedo encontrar? Ninguno. Piedad no me tengas, que no necesito nada, ni respirar, ni dormir, ni comer.