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Mostrando entradas de junio, 2017

No espero resucitar

  Entre lo que pienso y lo que digo hay un profundo y oscuro abismo; pero en lo que intento no pensar está la perdición. ¡Que iluso! querer tapar pensamientos, cómo si eso fuera posible, el problema real es estar o no estar preparado. Encerrado, siempre encerrado, en mí mismo, en mi habitación o en cualquier lugar.   Buscar libertad y dejarla escapar por miedo. La historia de la humanidad es voluntad de poder y en el medio desamor e incertidumbre, no se puede escapar, aunque sí ignorar. Son dos caminos: vivir sin cuestionar o cuestionarlo todo, sí tomas el último no tenes posibilidad de dar vuelta atrás. Hace siete años estoy en este camino, entre de lleno, al 100 por ciento y me perdí; a veces me encuentro entre la algarabía y lo tormentoso del paisaje pero, aunque pueda ver con claridad, me vuelvo a perder una y otra vez.   Al principio no entendía qué pasaba, hoy tampoco lo entiendo del todo pero focalizo a través de mí. Antes quería entender a los demás pero eso sólo me llevó a

L e a l t a d

Esperamos lealtad de amigos, de un amor, de la familia. Pero al esperar lealtad también controlamos que eso suceda. Pensamos en la deslealtad de nuestros afectos. No se puede esperar algo sin pensar en lo contrario. ¿De qué sirve la lealtad? Mejor dicho: ¿de qué sirve esperar? Las cosas pasan, las personas son, eso no lo podemos controlar. Nos van a traicionar, sí, seguro que nos traicionaran, pero desconfiar de todos no lo va a evitar, sólo viviremos amargados. Las puertas deben estar abiertas. Que se vayan los que se tengan que ir, que se queden y entren los que quieran. El otro nos nutre y también nos pudre, hay que vivir con eso. No tengamos miedo a perder, quizás así lleguemos a la victoria. No perdamos el tiempo, los enemigos caerán, los enemigos son tristes. Busquemos simpleza y seamos honestos, el resto es gilada. Gilada sobra, lo importante es no perder la lealtad hacia uno mismo.