Afuera se siente el latido de la desesperación.
Adentro, cuando pierdo el control, también.

Ola de pensamientos intrusivos, 
ramas secas tiradas en la hoguera,
alimento de la ansiedad.

La bronca y la impotencia se mastican.
A mí el tiempo me enseñó que no son un buen placebo.
Entiendo que el amor es un acto, un verbo,
quizás hasta sea el remedio tan esperado.

Entre todo lo indecible y caótico hay algunas certezas,
como que me sigue calmando el jazz en piano
y que te quiero seguir mirando de cerca. 

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