Ausencia

La ausencia es importante.
No hay quien pueda decirme que no lo es.
Y no sólo porque los opuestos son complementarios.
Y no sólo porque todos nos vamos a morir.

Sino porque la ausencia enseña.
Como enseña la soledad.
La falta. La falta. He aquí lo que todos compartimos.

Y aunque pidas socorro a gritos.
Aunque por dentro todo te arda,
te desgarres, sin fuerzas ni ánimo.
La ausencia enseña. 

Pobre de aquél que no sea capaz 
de ahogarse en lágrimas saladas.
Pobre de aquél que no haya sentido
el calor en la piel después de haber pasado
tanto tiempo en la intemperie de un invierno,
no sólo hostil, sino que asesino también.

La ausencia como recordatorio de la extinción
que indefectiblemente vendrá, viene. 

Si exploto, desaparezco sin más,
o me desarmo extremidad por extremidad, no me ofendo.
No soy, ni seré un mártir. 
Pero mucho menos un embaucador.

Esto lo aprendí de la ausencia. 

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