Cuando alguien muestra algo que no es, se nota. Nuestra especie no tiene la capacidad innata de camuflarse. Sí construimos nuestra conciencia, experiencia tras experiencia, sensación tras sensación.
Por ello considero el mentir, el ocultar, el querer ser lo que no se es, como el flagelo más grande que uno puede infligirse. Querer alcanzar lo que no se es mediante la actuación, en lugar de cambiar nuestras acciones, eso sí que es absurdo, es transformar la realidad en una ficción.
Lo peor de todo esto es que se nota. Quien cae en tal flagelación queda expuesto y asquea. Sí, hay personas que asquean. En segundo lugar están los que necesitan reconocimiento constantemente. Quienes remarcan su carácter, como si necesitasen recordarle al otro lo que son y lo que hicieron.
Calma y mi vecino hace ruido. Calma mientras miro la Luna sobre mi cabeza y al patio le vendrían bien nuevas luces. Calma y mi comodidad. Calma y abismo cuando me miro al espejo. Libertad sin piso y ni un peso. Libertad más allá de lo material. El cielo está arriba y en todas partes, no necesito tocarlo con las manos. Pausa, no hay quien me proteja del paso del tiempo. Yo no puedo desear vivir adentro de una piedra. No me quiero conformar con estar en mi burbuja.
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