Responsable de mis actos,
que no son más que el reflejo de mis deseos,
transformados en impulso.
Junto con lo que esquivo por miedo,
quizás, a encontrar la causa de mi huida.
En este pantanoso terreno,
vos quedaste abatida
con tu dolor a cuestas.
Dolor que no me enorgullece,
ni me pertenece, ni entiendo.
Dolor que no sé si te servirá de algo,
o si te enseñará.
Ahora ese dolor es tu peso,
mientras yo elijo ni mirar.
Comentarios
Publicar un comentario