Mi bienestar no puede depender de una persona. Nadie merece tanta presión.
Hay días en que la angustia, la nostalgia, me atrapan. Me enredo en mis pensamientos; son como tormentas, vientos en remolino que me mueven de un lugar al otro, y yo aunque me mueva me siento igual.
Los recuerdos se transforman en desdicha. Pero luego veo las cosas más claras. Sano, solo. Y siempre termino riendo.
Hoy veo lo feliz que soy. Creo que la felicidad es plenitud y actitud. Soy feliz y quiero. Y si estoy triste lo estoy plenamente. Y me hace feliz poder hacerme cargo de eso.

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