A los golpes aprendí que lo importante en la vida es la armonía. Pero ¿qué hacemos con Bolivia sin mar y la guerra en Siria?
¿Cómo olvidar a los desaparecidos?¿cómo crear algo nuevo todos unidos?
Y si había fetichismo de la mercancía ¿Marx hoy que nos dirías?
Los corazones ya no tienen otro sentido que la aprobación, ay que decepción.
Y acá Nietzsche no encaja, a nadie le importa, nadie lo piensa, todo avanza; y si la comida no alcanza, la culpa por sentir hambre, es de sus pobres panzas.
El sistema funciona, funciona muy bien, para todos los giles ricos con poder. Sueño con verlos caer, pero soñar no alcanza ¿A quién le importa los sueños? A Macri no, a Vidal tampoco, a nadie en el Gobierno, ni a nadie en los anteriores. El Estado trae decepciones, final anunciado desde que fue creado. 
Debe caer. Debe caer. 

Niños no paran de nacer en un mundo podrido, egocéntrico y marchito.
Israel se come a Palestina, las mineras se comen nuestras vidas. Monsanto nos da de comer muerte mientras la gente duerme. 
Hitler, Stalin, Videla, Pinochet, ¿Lenin dónde estás hoy? Rosa, las cadenas nos impiden movernos, el Che ya no está, tampoco Fidel y ahora ¿qué carajo vamos a hacer? No lo sé.

Lo humano pasó de moda, lo que importa ahora son sólo las cosas. La propiedad nos tiene presos; ojala Santiago Maldonado pudiera leer esto. Ojala la gendarmería y todas las comisarias se llenen de libros y vinilos. Que ya no importe la ropa y se acaben los prejuicios. Pero vamos por el camino contrario, los pobres quieren ser millonarios, y los ricos más. Todo es un maldito juego mental y que fuerte nos las vamos a dar si seguimos con esta moral. 

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