Espontaneidad

  Empezamos a vernos menos, pero no necesariamente a extrañarnos más. Podían pasar semanas sin tener noticias uno del otro, sin embargo algo nos hacía volver. Ese algo era nuestra piel, nuestros cuerpos como polos opuestos se atraían mutuamente, una relación de simbiosis nos dominaba, un cuerpo sin el otro era un cuerpo incompleto. Y el encuentro, puedo llegar a decir que era mágico, era realmente pleno.
  Cuando sentía su cabeza en mi pecho creía que todo estaba bien, tenía la sensación de que ese momento iba a durar para siempre, que iba a ser eterno en algún lugar; podía imaginarme vivir así.
Era vernos y no pensar en nada, todo se daba tan natural. Las cosas cuando son buenas no hace falta pensarlas, lo espontáneo siempre es mejor; y nuestros encuentros eran eso, espontáneos. 

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