¿Cuántas veces dije que iba a cambiar? Esta no va a ser una vez más. porque sé que aunque diga lo que diga, voy a seguir siendo yo. Y yo soy lo que hago, aunque no me guste. Yo soy lo que siento, aunque a veces no tome en cuenta mis sentimientos. Yo soy lo que pienso, aunque lo padezca. Y yo soy lo que digo, aunque me arrepienta. En fin, la verdad es que no sé cuál es el problema: ni la muerte, ni el ser, ni siquiera el amor. Siempre vuelvo al vacío, pero ya no sé si eso es lo que duele, lo que lastima.
  Algo más ocurre, un pensamiento está atrapado en mi cabeza y no logro liberarlo. Una presencia constante, oscura, se mueve entre los huecos de mi mente. Liberación! Eso necesito. Liberarme de qué? De mí, por supuesto. Debo descubrir una forma para ser sólo cuerpo, o sólo pensamiento; esta ambigüedad me quiere matar.
  Tantos altibajos, tanto odio y también tanto amor. Sin embargo persiste la sensación de que el fondo sigue sin contenido. Reflexiono una vez más y llego a una conclusión que me atemoriza: quizás no hay tal fondo, quizás no es más que un invento mío para seguir buscando emociones que logren satisfacerlo. Un invento para no aceptar que lo que veo es lo que hay, que no hay nada más profundo por sentir.
  Mentirse a uno mismo, que dado vuelta estoy! Todos nos mentimos, todos inventamos excusas para soportar lo insoportable, todos simulamos bienestar para no pensar en lo incompleto que estamos. Todos queremos soportar ser.
  Los descansos son tormentos en mi cabeza.

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