Del desastre algo tiene que salir.
Nos agrupamos, tejemos redes.

No importa si lloramos lágrimas de sangre.
No importa cuántos muertos queden atrás.

Hasta el último minuto lucharemos.
Perseguidos, condenados, pero peleando.

Con la certeza de tener al lado a quien nos ama.
Sosteniéndonos las manos mientras nuestro corazón
siga impulsando sangre y calor.
Hasta dejar de existir,
hasta pasar a la insignificancia infinita.

El camino que andamos,
cuántas penas, otras alegrías,
lo que nos toca.
Con la esperanza puesta
en que la organización vence al tiempo.


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