Fragmentos.
Lo que no se dice, duele.
Lo que nunca se va a poder decir,
además, arde.
Quema, como el frío más hostil.
No quiere, ni deja querer, porque sangra.
Aunque me disperse,
y la rueda de la fortuna gire,
-Su naturaleza es cambiar,
como la del tiempo es pasar-
saberme afortunado, si lo creo,
si mis ojos ven
el pedazo de cielo que tengo enfrente,
la magia y el hogar.
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