Sentirse invisible, estar rodeado de extraños; eso no es lo feo, lo feo es no querer verlos. Pensandolo bien: lo feo es que ellos tampoco te quieran ver. No puedo evitar, estando en esta situación, pensar en los amores. Estoy sufriendo por amor (que es por lo que vale la pena sufrir), por un amor que no pudo salvar una relación, y digo relación porque ésta fue la que murió, no el amor.
  Cuando se ama de verdad se ama para siempre, no importa lo que pase. El amor no entiende de otra cosa; el amor no piensa en otra cosa; al amor no le afecta el tiempo, a las relaciones sí. La costumbre es la asesina del amor, son incompatibles. Cuando la costumbre entra en una relación el amor ya no puede expandirse, no puede llegar más hondo Y es así, las relaciones como las historias terminan; el amor, como la historia misma, no lo hace. El problema es no asumir cuando una relación se termina. El miedo nos lleva a estirar algo que ya murió, algo que ya no existe. El miedo a la soledad, por supuesto, el miedo a uno mismo.
  Hoy creo que ya no tengo algo que temer, hoy creo poder vivir con la soledad. Pero no puedo negar que espero amor cada día...

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