Las reglas son inútiles, por lo menos para mi, siempre que pude las rompí, y lo voy a seguir haciendo, no quiero que nadie me diga que tengo que hacer, no quiero que nadie me diga que esta bien o que esta mal, yo se lo que soy y se lo que hago y también se que no soy menos que nadie. Las reglas están echas para la gente que deja que la boludeen, y no me coincidero una de esas personas.
Vorágine, calvario.
Si caigo en el desgano estoy perdido. Uno no puede más que cansarse si ve las cosas estáticas. Me cansaría de mí mismo si no estuviera en mutación, en movimiento. La muerte está cada vez más cerca. Esa es una máxima incuestionable temporalmente. Lo que se va no vuelve y las cosas no se repiten tal como fueron. Tanto padecimiento (ajeno y propio), uno tampoco puede vendarse los ojos. Pero ¿de qué se trata todo esto? ¿De cuidar a la familia? ¿De amar al de al lado? Ridículo sería esperar una certeza más que la emoción. Hay que mirar más allá. Sí, más allá. El sol que abrasa... que consume. Arena y polvo. Ansiedad y gritos mudos. Abrasado de odio. Luego se me pasa y río. Abrasado de alegría, agradecimiento y consuelo.
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