El segundo lugar. En la marginalidad. Tapar como sea lo que no quiero mostrar. Sentí vergüenza por ser quien soy. ¿Quién no se sintió así alguna vez? Esas marcas quedaron, pude pasar del arrepentimiento al aprendizaje, el dolor quedó. Quedó. La tristeza viene bien a veces, cuando llegan las malas se disfrutan mejor. Pocas veces digo algo tan inútil. Recibí un agradecimiento a cambio, pero poco me importó. Poco me importo. Sufrí por el lugar que me tocó, donde otros me pusieron. Por eso no quiero poner a nadie en ningún lado, por eso hago tan fáciles las despedidas. El dolor de extrañar a quien no va a volver, que nadie sienta ese dolor por mí mientras esté vivo. Quiero, me quieren, pero en un segundo cambia todo, en una mirada, en un gesto, en el beso frío de la despedida. Pocas cosas son peores que un beso frío. Pocas cosas peores que un beso frío de quien te quiere o cree que te quiere o quiere ser querido y por eso quiere.
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Morbo
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Dulce veneno de tus entrañas. Piel que arde, quema y me atrae. Más me quema la cabeza. Un cuarto de siglo me alcanza para saber que no puedo con todo ni se puede todo. Vos y yo no vamos a ningún lado. Vos y yo no podemos estar quietos y juntos. Fingiendo me ganas, tus ojos son más profundos que los míos. Pocas cosas me hicieron gozar tanto como ver tu mirada entrecerrada por placer. Pero me alejo antes de que mi corazón se vuelva de piedra y mis sensaciones queden tapadas por la ansiedad.